Hablemos del Libro «Ser Semejante a Jesús»

El libro Ser Semejante a Jesús es una obra de la escritora cristiana Ellen White, publicada en 1898. En este libro, la autora presenta el modelo de vida que Jesús nos dejó, basado en su amor, su obediencia y su servicio. El propósito de este libro es ayudarnos a seguir los pasos de Jesús y a reflejar su carácter en nuestro diario vivir.

El libro está dividido en cuatro partes: la primera parte trata sobre el amor de Dios y su plan de salvación para la humanidad; la segunda parte explica cómo podemos conocer a Jesús y tener una relación personal con él; la tercera parte describe las virtudes que debemos cultivar para ser semejantes a Jesús, como la humildad, la paciencia, la mansedumbre y la bondad; y la cuarta parte nos muestra cómo podemos servir a Dios y a los demás, siguiendo el ejemplo de Jesús.

El libro Ser Semejante a Jesús es una lectura inspiradora y edificante para todos los que quieren crecer en su fe y en su comunión con Dios. Es un libro que nos invita a mirar a Jesús como nuestro Salvador y nuestro amigo, y a imitar su vida de amor y entrega. Es un libro que nos desafía a vivir una vida cristiana auténtica y coherente, que glorifique a Dios y bendiga a los que nos rodean.

¿Qué significa ser semejante a Jesús?

Ser semejante a Jesús es el anhelo de todo cristiano que ha experimentado el amor de Dios y ha recibido el don de la salvación. Ser semejante a Jesús es el propósito que Dios tiene para cada uno de sus hijos, desde antes de la fundación del mundo. Ser semejante a Jesús es la meta que debemos perseguir con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas.

Pero, ¿qué implica ser semejante a Jesús? ¿Cómo podemos lograrlo? ¿Qué beneficios nos trae? Estas son algunas de las preguntas que intentaremos responder en este artículo, basándonos en el libro Ser Semejante a Jesús, de la escritora cristiana Ellen White.

Ser semejante a Jesús implica:

  • Reconocer el amor de Dios y su plan de salvación para nosotros. Dios nos amó tanto que envió a su Hijo unigénito al mundo, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16). Jesús vino a este mundo para revelarnos el carácter de Dios, para cumplir la ley en nuestro lugar, para morir por nuestros pecados y para resucitar al tercer día, venciendo a la muerte y al diablo. Jesús es el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por él (Juan 14:6). Por medio de la fe en Jesús, podemos recibir el perdón de nuestros pecados y la adopción como hijos de Dios. Este es el mayor regalo que podemos recibir y el mayor motivo para amar a Dios y agradecerle por su gracia.
  • Conocer a Jesús y tener una relación personal con él. No basta con creer en Jesús como nuestro Salvador; también debemos seguirlo como nuestro Señor. Para ello, necesitamos conocerlo más íntimamente, mediante el estudio de su palabra, la oración y la meditación. La Biblia es la revelación escrita de Dios para nosotros; en ella encontramos las enseñanzas, los mandamientos, las promesas y los ejemplos de Jesús. La oración es la comunicación directa con Dios; en ella podemos expresarle nuestra adoración, nuestra confesión, nuestra petición y nuestra acción de gracias. La meditación es la reflexión sobre lo que Dios nos dice y nos hace; en ella podemos aplicar su palabra a nuestra vida y escuchar su voz en nuestro corazón. Estos son los medios que Dios nos ha dado para crecer en el conocimiento de Jesús y en el amor hacia él.
  • Cultivar las virtudes que nos hacen semejantes a Jesús. Jesús no solo vino a salvarnos del pecado; también vino a transformarnos a su imagen. El apóstol Pablo dice que somos predestinados para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo (Romanos 8:29). Esto significa que debemos desarrollar el carácter de Cristo en nosotros, mediante la obra del Espíritu Santo. El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas 5:22-23). Estas son las cualidades que adornaban la vida de Jesús y que deben adornar la nuestra. Para ello, debemos renunciar al yo, negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz cada día y seguir a Jesús (Lucas 9:23). Debemos someternos a la voluntad de Dios y obedecer sus mandamientos por amor (Juan 14:15). Debemos humillarnos delante de Dios y de los hombres, reconociendo nuestra dependencia de él y nuestra necesidad de su gracia (Mateo 5:3).
  • Servir a Dios y a los demás siguiendo el ejemplo de Jesús. Jesús dijo que no vino para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28). Él fue el siervo por excelencia; él lavó los pies de sus discípulos; él sanó a los enfermos; él alimentó a

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