¿En Verdad Hay otro Evangelio?

En el mundo actual, estamos expuestos a una gran variedad de mensajes e influencias que pretenden definir nuestra identidad, nuestro propósito y nuestro destino. Algunos de estos mensajes se presentan como «evangelios» alternativos que nos ofrecen una forma diferente de relacionarnos con Dios y con los demás. Pero ¿son realmente evangelios? ¿O son solo distorsiones del verdadero Evangelio de Cristo?

El Apóstol Pablo se enfrentó a una situación similar en la iglesia de Galacia, donde algunos falsos maestros estaban tratando de imponer a los creyentes una versión adulterada del Evangelio que añadía requisitos y condiciones humanas a la obra perfecta y suficiente de Cristo. Pablo les escribió con vehemencia para advertirles del peligro de abandonar el Evangelio de la gracia y caer en el legalismo y la esclavitud.

En su carta, Pablo defiende con pasión el Evangelio de Cristo como el único mensaje que puede salvarnos, transformarnos y liberarnos. Él nos recuerda que el Evangelio no es una doctrina o una filosofía, sino una persona: Jesucristo, el Hijo de Dios, que se entregó por nuestros pecados y resucitó para darnos vida nueva. Él nos invita a vivir por la fe en Él, confiando en su amor y en su poder para hacernos hijos de Dios.

No hay otro Evangelio que pueda hacer esto. No hay otro Evangelio que pueda darnos la paz, la esperanza y la alegría que solo se encuentran en Cristo. No hay otro Evangelio que pueda hacernos libres del pecado, de la culpa y de la condenación. No hay otro Evangelio que pueda hacernos parte de la familia de Dios y del plan eterno de Dios.

Por eso, no podemos permitir que nada ni nadie nos aparte del Evangelio de Cristo. No podemos dejarnos engañar por las falsas promesas o las amenazas de los que quieren desviarnos del camino de la verdad. No podemos conformarnos con un evangelio barato o superficial que no nos lleve a una relación profunda y personal con Cristo.

Solo hay un Evangelio: el Evangelio de Cristo. Solo hay una fuente de salvación: la cruz de Cristo. Solo hay una forma de vivir: por el Espíritu de Cristo.

Que este sea el Evangelio que abracemos, que proclamemos y que vivamos cada día.

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