El Poder Cristiano del Espíritu Santo

¿Qué significa tener el Poder Cristiano del Espíritu Santo? Esta es una pregunta que muchos cristianos se hacen, y que tiene una respuesta profunda y transformadora. El poder cristiano del Espíritu Santo no es solo una fuerza sobrenatural que nos ayuda a hacer milagros o a resistir la tentación. Es mucho más que eso. El poder cristiano del Espíritu Santo es la presencia misma de Dios en nosotros, que nos da vida, libertad y amor.

El apóstol Pablo nos dice en Romanos 8:2 que “porque ustedes pertenecen a él, el poder del Espíritu que da vida los ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte”. Esto significa que el Espíritu Santo nos ha unido a Cristo, y que por su gracia hemos sido salvados de la condenación eterna. Pero también significa que el Espíritu Santo nos ha liberado de la esclavitud del pecado, que nos impide vivir la vida abundante que Dios tiene para nosotros. El pecado nos aleja de Dios, nos daña a nosotros mismos y a los demás, y nos roba la paz y la alegría. El Espíritu Santo nos da el poder para vencer el pecado, para arrepentirnos y para cambiar nuestra forma de pensar y de actuar.

El Poder Cristiano del Espíritu Santo también nos capacita para cumplir el propósito de Dios para nuestras vidas. Jesús dijo en Hechos 1:8 que “recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. El Espíritu Santo nos da el poder para ser testigos de Cristo, para compartir el evangelio con otros y para hacer discípulos. El Espíritu Santo también nos da dones espirituales, como la sabiduría, la fe, la sanidad o la profecía, para edificar a la iglesia y para servir al mundo. El Espíritu Santo nos guía y nos enseña toda la verdad, conforme a la Palabra de Dios.

Tener el Poder Cristiano del Espíritu Santo Santo es un privilegio y una responsabilidad. Es un privilegio porque podemos experimentar a Dios de una manera personal e íntima. Es una responsabilidad porque debemos cuidar nuestra relación con el Espíritu Santo, no entristecerlo ni apagarlo con nuestro pecado o nuestra indiferencia. Debemos buscar al Espíritu Santo cada día, orar en el Espíritu, leer la Biblia con el Espíritu y obedecer al Espíritu. Así podremos vivir una vida llena del poder cristiano del Espíritu Santo.

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