Dios Moldea nuestra Alimentación Cristiana

La Alimentación Cristiana es una parte fundamental de nuestra vida. No solo nos provee de energía y nutrientes para mantenernos sanos, sino que también es una forma de expresar nuestra identidad, nuestra cultura y nuestra fe. Sin embargo, en un mundo donde abundan las opciones alimentarias, los mensajes contradictorios y las tentaciones poco saludables, ¿cómo podemos saber qué comer y cómo comer? ¿Qué papel tiene Dios en nuestra relación con la comida?

En este artículo, quiero compartir algunas reglas de alimentación basadas en la Biblia y en la sabiduría cristiana que pueden ayudarnos a comer de una manera que honre a Dios y a nuestro cuerpo. Estas reglas no son mandamientos ni prohibiciones, sino principios generales que pueden orientarnos en nuestras decisiones alimentarias. Tampoco son una fórmula mágica para perder peso o curar enfermedades, sino una invitación a reflexionar sobre el propósito y el significado de la comida en nuestra vida espiritual.

Regla 1: Comer con Gratitud
La primera regla de alimentación cristiana es reconocer que la comida es un don de Dios y darle gracias por ella. La Biblia nos enseña que «todo lo que Dios creó es bueno, y nada es despreciable si se recibe con acción de gracias» (1 Timoteo 4:4). Cuando comemos con gratitud, no solo expresamos nuestra dependencia de Dios como nuestro proveedor, sino que también valoramos la comida como un regalo y no como un derecho. Además, la gratitud nos ayuda a disfrutar más de la comida y a evitar el desperdicio y la gula.

Regla 2: Comer con Moderación
La segunda regla de alimentación cristiana es comer con moderación, es decir, ni demasiado ni demasiado poco. La Biblia nos advierte contra los extremos de la glotonería y la abstinencia excesiva, que pueden dañar nuestra salud física y mental. Por ejemplo, el libro de Proverbios dice: «No te juntes con los que comen y beben sin control; porque el borracho y el glotón se empobrecen» (Proverbios 23:20-21). Por otro lado, el apóstol Pablo dice: «Nadie os juzgue por lo que coméis o bebéis» (Colosenses 2:16). La moderación implica comer lo suficiente para satisfacer nuestras necesidades, pero no más de lo que nuestro cuerpo puede procesar. También implica comer una variedad de alimentos que nos aporten los nutrientes necesarios para nuestro bienestar.

Regla 3: Comer con Propósito
La tercera regla de alimentación cristiana es comer con propósito, es decir, tener en cuenta el objetivo final de la comida. La Biblia nos dice que «si comemos o bebemos, o hacemos cualquier otra cosa, lo hacemos todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). Esto significa que nuestra alimentación debe estar al servicio de nuestro llamado divino y no al revés. No comemos para vivir, sino que vivimos para comer. No comemos para complacer nuestros deseos egoístas, sino para cumplir la voluntad de Dios. No comemos para impresionar a los demás, sino para edificar a los demás. Comer con propósito implica elegir alimentos que nos ayuden a crecer en nuestra fe, a servir a nuestro prójimo y a cuidar de la creación.

Estas son algunas reglas de alimentación que pueden ayudarnos a comer de una manera que honre a Dios y a nuestro cuerpo. No son leyes inmutables ni dogmas infalibles, sino orientaciones prácticas que podemos adaptar a nuestras circunstancias personales. Lo importante es tener una actitud humilde y receptiva ante Dios y su palabra, y pedirle su guía y su gracia para alimentarnos bien. Que el Señor nos bendiga con su pan de vida y su agua viva. Amén.

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